5 de noviembre de 2021

ELF - TRYING TO BURN THE SUN (1975)

 



El canto del cisne de una banda que se disolvió, o para ser más exactos, cambió de guitarrista y de nombre, tan sólo unos meses después de su publicación.
 Un broche de oro para una etapa que va de 1967  a 1975, en la que publicaron tres redondos llenos de buen Blues/Rock. 
Por supuesto, Elf se convirtió en Rainbow gracias al señor  Padavona. Desde este momento en adelante, Ronald Padavona es Ronnie James Dio. Aunque, en mi opinión, el punto de inflexión hacia sonidos más duros se produjo definitivamente con el inconmensurable 'Rising' en 1976, RJD ya demostraba en esos tres álbumes con Elf sus divinas cualidades vocales. 
Esa garra y ese sentimiento inigualables, adaptados a lo que por aquél entonces hacía, es decir, ese rock setentero de raíces blues, algo endurecido por las guitarras de Steve Edwards (el primo Feinstein se largó en el 73 para montárselo por su cuenta con los magníficos 'The Rods'). De Edwards nunca más se supo después de que Mr. Blackmore entrase como un elefante en una cacharrería. 
Craig Gruber y Gary Driscoll, ambos ya fallecidos, son uno de los mejores combos rítmicos que se han visto. Y cierra el círculo un músico excepcional, como es Mickey Lee Soule, mago de las teclas, de esos que exclaman: '¡No dispare, sólo soy el pianista!'.
 Pero no sólo: suyos son los arreglos de cuerda de esa maravillosa canción titulada 'Wonderworld', que es como una pequeña y humilde 'Stairway To Heaven', salvando las distancias. 
Con una letra preciosa y una melodía deliciosa, nuestro pequeño elfo se reivindicaba como uno de los tipos más grandiosos del cotarro exclamando aquello de 'So Sail Away Into The Sun 'Cause I'm Everyone'. 
Había nacido una estrella. De las de verdad, de las del firmamento. Las que dan luz. 
Sólo por este tema el disco ya merece la pena, pero es que además tenemos casi 40 minutos de sonrisa pegada en la cara gracias a maravillas como ´Prentice Wood' (esa percusión impagable, ese interludio a mitad de canción, esos solos de Edwards al final..), 'Black Swampy Water', 'Liberty Road', el vacilón 'Shotgun Boogie' (donde Gruber se sale), la emotiva 'Streetwalker', etc. etc.
 Un disco ya añejo, con ese saborcillo de los viejos clásicos, entrañable y soberbio. 
Una verdadera obra de arte.




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