19 de octubre de 2020

GAMMACIDE - VICTIMS OF SCIENCE (1989)



 


 

 A diferencia de Nueva York o California, Texas no es tan conocido por sus bandas de thrash metal. Sin embargo, han habido algunas extraordinarias bandas de culto semi-clandestinas como Rigor Mortis, Watchtower y Gammacide que surgieron de ese estado. 
Casi con toda seguridad cualquier buen fan sobre todo del buen Thrash de la vieja escuela habrá oído hablar de Gammacide, pero seguramente muy pocos lo habrán catado. 
Y es que, por desgracia, su discografía es sorprendentemente escasa, pese a haber sido una banda que se movió muy activamente por el circuito 'underground' con cierta relevancia.
"Victims of Science", su primer y último L.P., se lanzó originalmente en 1989 con solo nueve canciones. Las pistas 10 a 14 son de una demo de 1991 que aparentemente nunca se públicó, sino que sólo se distribuyó entre la prensa y compañías discográficas. Las dos últimas pistas continúan el asalto thrash. Estas pistas se grabaron en 2004, pero fueron escritas originalmente por la banda en 1992. 
Y bien, musicalmente, como se ha dicho, Gammacide practicaban ese Thrash Metal 'old school' desbocado, frenético, hiperactivo, nervioso, violento y acelerado al máximo, pudiendo traer a la mente a Slayer, Dark Angel, los primeros Kreator o Sepultura...por poner algún ejemplo.
Una verdadera máquina de escupir rotundos riffs con bestialidad salvaje, siempre a toda pastilla, bordeando la frontera del Death Metal a ratos (Gutter Rats, Sex Cult) , con cambios de ritmo sorprendentes, y lo más importante, ejecutados con una solvencia indudable. 
Gammacide no tenían absolutamente nada que envidiar a nadie dentro del género, porque tenían todos los ingredientes necesarios para fabricar un Thrash Metal corrosivo como pocos. 
Y, ¿cómo es posible que uno de los álbumes de Thrash metal más cafres de la historia se pase por alto o incluso casi se olvide?. No lo sé, pero es el caso de Gammacide con su único álbum. El período del Thrash estaba un poco en crisis por las bandas recién nacidas de death y grind, pero esto no les importó y mantuvieron alta la bandera del Thrash más puro.
El poder de esta banda es increíble. 
Los riffs de guitarra (esencia misma del buen Thrash) y la batería son las dos primeras cosas que de inmediato y hasta el final te atrapan por el pescuezo, sacudiéndote la cabeza sin remisión. 
La percusión (Jamey Milford) es precisa, contundente, furiosa y veloz. Los explosivos ritmos fluyen en un campo minado de guitarras crujientes, insanamente distorsionadas (Rick Perry y Scott Shelby),  sostenidas por su impulso sísmico, grandioso cuando se centra en el doble bombo, desatando el infierno. 
Los solos son lo suficientemente buenos, de nuevo yendo al grano, sin ornamentos superfluos, en su típico estilo de trémolo y destripe guitarrero. 
El bajista Eric Roy (R.I.P.) se mantiene en un segundo plano, aunque su presencia es palpable, cumpliendo a la perfección su rol de estructura de hormigón armado, con algún que otro momento brillante.
 Las voces (Varnam Ponville, a quien Eric Roy y Rick Perry, que formaban el germen de la banda, conocieron en un concierto de Rigor Mortis) no son nada del otro mundo, nada extraordinario, pero poseen la furia y la rabia necesarias. Dado que no es este un estilo en el que los cantantes puedan lucirse excesivamente, Ponville desempeña su papel con soltura, convicción y seguridad.
Generalmente las canciones no son demasiado largas, tampoco excesivamente cortas, en la media de los 4 minutos, por lo que no puedes aburrirte porque el impacto, cuando se concentra en una pequeña área, es aún más devastador. 
Resumiendo, 'Victims Of Science' es una pequeña joya para aquellos que quieran experimentar el placer del Thrash total y sin compromisos, y que esté dispuesto a recibir un ataque sónico de extrema magnitud. 
Tremendo, brutal.






4 de octubre de 2020

HALFORD - CRUCIBLE (2002)



 


 Después de su partida de Judas Priest en 1992, Rob Halford tuvo una carrera en solitario irregular, emergiendo primero con su agresiva, pero dolorosamente ordinaria, banda Fight, luego con su sensible y lúgubre proyecto llamado Two. 
Aunque a esas alturas de la película ya no tenía nada que demostrar, estaba claro que el medio natural de Rob Halford es ese Metal que perfora el tímpano en su forma clásica, y los viejos fans de Priest se regocijaron cuando el hombre regresó de manera excelente con Resurrection en 2000.
 Con su nueva banda (acertadamente apodada 'Halford') lanzó una exitosa gira, culminando frente a una multitud de 200.000 personas en el festival Rock in Rio en enero de 2001, que produjo el doble en vivo 'Live Insurrection'. 
Un año después Halford 'el hombre' y Halford 'la banda' regresaban con 'Crucible'.

La mayoría de los adictos al metal solo piden una cosa a sus héroes, y es que nunca, nunca, se desvíen de la fórmula y, a juzgar por el sonido de Crucible,  no se decepcionarán en absoluto. 
Y es algo bueno, también, que Halford se apegue a la mezcla probada y verdadera de guitarras rugientes y melodías vocales que hicieron a Judas Priest tan grandioso hace muchos años. 
Aquí Halford demuestra que está en plena forma, con ese inconfundible rango vocal que lo hace tan distinguible en el mundo del metal. 
 Es difícil escoger e imposible dejarse fuera a muchos, pero, para mí, forma parte de la Santísima Trinidad de los vocalistas junto a Ian Gillan y al 'otro' Dios, Ronnie James Dio... (Hey, King Diamond, que tal...)
Un perro viejo como Halford supo rejuvenecer su carrera rodeándose de jóvenes talentos excepcionales. Con demasiada frecuencia, los artistas veteranos contratan músicos de respaldo cuyo único propósito es imitar (mal) las viejas canciones del cantante, pero afortunadamente, Halford quería seguir redefiniendo su sonido, reinventándose continuamente, y su banda demostraba sin lugar a dudas que tenía las habilidades suficientes para desafiar al 'viejo'. 
Halford y su banda se retroalimentan en Crucible, empujándose unos a otros hasta donde pueden llegar; el sonido clásico de Judas Priest todavía se escucha en el material nuevo, pero se entrega de una manera considerablemente más agresiva, ya que los guitarristas de primer nivel Pat Lachman y Mike Chlasiak, el bajista Ray Riendeau y el poderoso baterista Bobby Jarzombek aumentan la intensidad y se actualizan, asemejándose mucho a la habilidad, la pesadez total y la tensión de una banda como Pantera. Producido por otro fenómeno como es Roy Z., Crucible es innegablemente ruidoso, extraordinariamente pesado, agradablemente melódico y, lo mejor de todo, descaradamente grandilocuente. 
Las letras de Rob Halford nunca fueron el punto más fuerte de Judas Priest, pero en Crucible hace todo lo posible, zambulléndose de cabeza en los clichés del metal, gritando líneas pomposas con tal convicción que tú lo aceptas. 
  'Crucible' es justamente eso, un crisol donde se funden al rojo vivo las guitarras gemelas de Lachman y Chlasiak con el sonido 'Pantera-Priest', más los escalofriantes chillidos de Halford,  en un trasfondo furioso y feroz. 
Halford y sus compañeros logran mantener el interés del oyente a lo largo de todo el disco, con sus lógicos altibajos, pero en definitiva 'Crucible' es un trabajo seductor y poderoso.
Fue genial ver a Halford volviendo a hacer lo que debía de hacer, para lo que fue llamado, su destino, esto es, Heavy metal, del que él mismo fue uno de sus creadores.
No lo llaman el Dios del Metal por nada.