27 de mayo de 2018

LOS SUAVES - FRANKENSTEIN (1984)





El segundo trabajo de los dioses gallegos del Rock es para muchos su peor intento, un paso atrás. Seguro que no es el mejor, eso sí, pero hay que decir que Los Suaves nunca han hecho nada 'peor', y no han retrocedido ni para coger carrerilla. Si 'Esta Vida...' les sirvió para entrar en el mercado discográfico, 'Frankenstein' les sirvió para seguir golpeando antes de que el hierro se enfriase demasiado, pues la fragua estaba aún tibia. A mí al menos me da la impresión de que fue publicado con cierta prisa por ese motivo. Tal vez musicalmente haya un par de temas mas flojillos, como 'No llores más por mí' o 'Sospecho', pero también hay obras magistrales como 'Una ciudad llamada perdición', 'Cuando la música termina', 'Tocando Fondo' o 'Por las noches'. El equipo de producción y los estudios de grabación fueron los mismos que los de su debut, así que los cambios son mínimos, salvo la entrada de los guitarristas Pepe Losada y el entrañable Hermes Alogo, para acompañar a uno de los mejores guitarras rítmicas de esta país, Montxo Costoya (sí, durante un breve tiempo tocaron con tres guitarras, cuatro si contamos a Yosi, que ocasionalmente también la tocaba), en sustitución de Angel Ruiz, y del batería Tito 'Canolas' por el 'tercer hermano' Javier Domínguez y 'el otro Costoya', Carlos, que se habían repartido las labores percusivas en el anterior L.P. El hierro se iba forjando poco a poco. Lo dicho, un par de temas por debajo de la media, algo corto de duración (33 minutillos), pero el resto, soberbio. Como siempre. Este disco no tiene ese estatus de clásico que tienen 'Esta vida...' ni el siguiente 'Ese día piensa en mí', pero sí posee algo imprescindible: el alma y la esencia única y seductora de Los Suaves, que sabían transmitir como nadie. Y además, afirmó a Los Suaves como banda que iba en serio, nos confirmó que Yosi es un gran letrista y nos permitió seguir disfrutando de su fenomenal música. A lo mejor en el título está la clave para comprender este trabajo: Un descomunal monstruo que genera una sutil y extraña atracción, incomprendido, imperfecto, sobrecogedor, pero sobre todo con buen corazón y buenas intenciones... Sólo hay que darle otra oportunidad, con calma, sin prejuicios, y verás como descubres su belleza oculta.

'...las olas se lo llevaron enseguida y se perdió, a lo lejos, en la oscuridad de la noche...'

13 de mayo de 2018

LOS SUAVES - ESTA VIDA ME VA A MATAR (1982)






Los Suaves... qué decir a estas alturas de la mítica banda ourensana... Más que una banda, toda una institución, un trozo de historia del Rock Duro nacional sin el cual ésta estaría incompleta. Ningún grupo ha conseguido lo que han conseguido ellos, y no me refiero a ventas (que también), sino a ese cariño y admiración, incluso adoración, que transciende el aspecto puramente musical. La sencillez, la cercanía con los fans, la honradez, la honestidad, la familiaridad. Letras sobre la vida real, cotidiana, la tuya y la mía ('Siempre Igual', 'Sin Empleo', Mártires del Rock And Roll')... todo en ellos ejercía una atracción irresistible para esos chavales de barrio que en los años 80 comenzaban a intercambiar los primeros golpes con la vida. Eran el espejo en que mirarse. La banda sonora de esas noches inolvidables con los colegas, de los momentos felices y de los tristes. Principalmente gracias al carisma de Yosi Domínguez, cantante, guitarra, compositor y alma del grupo, que junto a su hermano Charly, el bajista,  fundaron Los Suaves en 1979,  fueron sorteando las inevitables y múltiples dificultades en el camino de cualquier grupo de Rock en este país con una ilusión y una energía imparables, hasta convertirse en leyenda tras alcanzar las puertas del éxito al telonear a los Ramones en A Coruña. Puertas que traspasarían para no volver atrás. Respecto a la música, este debut contiene himnos clásicos inmortales patrimonio de la humanidad como el tema que abre el disco, 'Peligrosa Maria'; la ya mencionada 'Siempre Igual' o el tema-título, con el resto de temas siguiendo una línea de Rock Duro simple, primitivo, pseudo-punk incluso a ratos, pero electrizante y cargado de energía y vigor. Lógicamente, lo mejor estaba aún por venir, sobre todo a raíz de la entrada del guitarrista Alberto Cereijo en 1989. Pero en esta época la formación, aparte de los mencionados hermanos Domínguez, la completaban Moncho Costoya a la guitarra rítmica, Angel Ruiz guitarra solista y Carlos Costoya y Javier Domínguez (también hermano de Yosi y  Charly), baterías. Esta fue la primera piedra de una obra colosal e insustituible de la que nadie, absolutamente nadie, puede renegar. El comienzo de algo grandioso.

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