1978 fue un año importante en la trayectoria del añorado Gary Moore. Durante esa época, comenzó a consolidar su carrera en solitario (con este álbum, dado que 'Grinding Stone', de 1973, fue publicado bajo el nombre de 'The Gary Moore Band'), compaginándola con su estancia en la banda de Rock más grande que Irlanda ha dado jamás, Thin Lizzy, grabando el estupendo 'Black Rose. A Rock Legend' y participando en la consiguiente gira, sustituyendo a Brian Robertson.
Iba dejando así atrás lo que fue su etapa más especulativa 'rock-fusión-progresiva' (estamos en los 70 del siglo pasado) con la banda Colosseum II y comenzaba una página de oro de la historia del Hard Rock. El guitarrista más grande que Irlanda ha dado jamás ( y uno de los más grandes del mundo, sin duda) arrancaba aquí su andadura por los caminos del Rock Duro que lo llevaría a tocar el cielo en la década de los 80.
Con la ayuda inestimable de un elenco de músicos de tremenda valía, como eran (y son) Phil Lynnot, Brian Downey, Don Airey, Simon Phillips y John Mole (bajista de Colosseum II), y la producción, sencillita, pura, honesta y simple, gracias a la cual escuchamos a instrumentistas e instrumentos con un realismo que es de agradecer, de otro monstruo como Chris Tsangarides, el bueno de Gary sale a las calles dispuesto a dar la batalla.
Y vaya si lo hace.
'Back On The Streets' es un punto de partida, y como tal, contiene aún rasgos de anteriores experiencias, que son los temas instrumentales más progresivos y experimentales como 'Hurricane' (impresionante rendición en directo en el video, con Neil Murray, Don Airey y 'la mula'), 'Flight Of The Snow Moose' o 'What Would You Rather Bee Or A Wasp' que ocupan la parte central del álbum; donde los músicos se explayan a placer.
Una jam muy divertida.
Asoma ya su pasión por el Blues en 'Don't Believe A Word', obra de Lynott; muestra su faceta más dura en el tema-título (tremendo solo) y en otra composición de Lynott, 'Fanatical Fascists' y deja para el final lo que se convertiría en unos de sus temas emblemáticos, un auténtico himno, un clásico indiscutible: 'Parisienne Walkways', donde nos da una clase magistral (después vendrían muchas más) de cómo tocar la fibra a través de las seis cuerdas.
Pocos guitarristas han arrancado a su instrumento esos agudos, esas alargadas notas espeluznantes, combinando virtuosismo y sentimiento como nadie.
Gary Moore podía hacer hablar a su guitarra, la hacía gritar con pasión, llorar, reir, hacerte saltar como un poseso o ponerte melancólico como sólo un jodido irlandés podría hacerlo... mostrando un dominio total y absoluto.
Un músico impresionante que en sus últimos años se decantó por conquistar el mundo del blues, obviamente con éxito, pero que nunca renegó de sus años dorados, en los que paseó por todo el mundo su arte inigualable en esto del Hard Rock/Heavy Metal.
Entrañable, recordado siempre con cariño y admiración, la música, el legado y el carisma del 'caracortada' nunca caerá en el olvido.
Sería una verdadera pena hacerlo.
Gracias! Excellente!
ResponderEliminar