Aunque es cierto que, sobre todo a nivel visual, el movimiento glam ha envejecido fatal, hasta el punto de que produce cierto sonrojo ver cómo éramos, o mejor dicho, cómo queríamos ser en nuestra más tierna adolescencia, y ver las pintas que se llevaban, musicalmente no hay que avergonzarse de nada, si lo que te gusta y ha gustado desde que eras un mocoso es el Hard Rock o el Heavy Metal,
en todas (o casi) sus variantes. Nada espectacular ni trascendente podías esperar, tampoco era esa la intención, seguramente, de este tipo de bandas que proliferaron sobre todo en los EE.UU. Simplemente se trataba de pasar un buen rato, encarnando el lado más banal, desenfadado, fiestero, ligero, inmaduro, a veces romántico, e incluso hortera del Metal, aunque también es cierto que todo ese despliegue de colorines representaba un modo de rebeldía. Pero lo realmente importante aquí es que musicalmente hay mimbres, que no todo es pose. Lo que siempre me ha llamado la atención de estas bandas (me refiero al Glam en general) es que, una vez bien peinados, maquillados y vestidos ( tal vez hasta perfumados), cuando agarran los instrumentos no suelen defraudar. Keel no son una excepción. Marc Ferrari, por ejemplo, es un guitarrista más que notable, y el mismo Keel posee un registro vocal de esos que puedes llegar a odiar pero también a admirar. Y es que la imagen y el mensaje son sólo la guarnición de un plato muy bien cocinado. Este su segundo álbum (que contiene algunas revisiones de temas de su debut), fue producido por el mismísimo Gene Simmons. lo cual da una idea del nivel de esta banda. Dejemos aflorar al púber imberbe que llevamos dentro y disfrutemos de la música. Porque, al fin y al cabo, tenemos 'The Right To Rock', ciertamente.
Awesome, thank you.
ResponderEliminar